A mi madre siempre le ha gustado tener la cocina como una
nave espacial. Moderna, bien limpia y ordenada, con mil y un gabinetes únicos y
espectaculares, a tope de aparaticos para cocinar y oliendo sobraso.
Su emoción por la cocina, los alimentos y las cosas que
giran en torno a esto (incluyendo ofertas de aparatos de cocina y de comida) es contagiosa,
pero a mi… simplemente no me gusta cocinar, ni siquiera me anima estar en la
cocina. O bueno… al menos no me animaba, ni entendía esa pasión por la cocina,
hasta que fui madre… o incluso ahora, años después, es cuando soy consciente de
cuanto he cambiado y cuanto disfruto cocinando.